miércoles, 4 de abril de 2012

ENTRE CAFE Y PASTELES



Eva y Javier quedaron en verse para merendar en el Café Gourmet. Ella no se explicaba  por qué había tomado la iniciativa de llamar a su marido después de ocho meses de separación. Quería verlo y compartir con él una tarde, merendando; todavía estaba enamorada de su esposo, a pesar de las constantes críticas de las que era objeto de su parte.  Le echaba en cara la falta de coraje para enfrentar la vida, y su exagerada dependencia. Pero Eva solamente deseaba disfrutar la compañía de Javier. Como llevaba tiempo sin trabajar, él se impacientaba ni comprendía por qué resultaban infructuosos su intentos de búsqueda de trabajo. Ella le comunicó que le gustaba escribir, él lo sabía. Javier le contestó con un glacial "¡Quizás algún día tengas éxito!". Entonces surgieron las discusiones, las peleas, hasta que, por fin,  decidieron separarse después de dos años de matrimonio.

La chica entró al Café y vio a Javier al fondo, sentado junto a una mesita. Era muy guapo y elegante. Se saludaron con un beso informal en la mejilla. Al principio resultó difícil el reencuentro, luego de tanto tiempo sin verse. Pidieron café y pasteles. De pronto Javier, luego de un una sonrisa forzada le  preguntó en broma:
-Y… ¿Cómo anda todo? ¿Al fin decidiste trabajar?-
-Sabes bien que esperé mucho, pero ya  se me abrió una puerta, y bien grande, por cierto”-contestó Eva, satisfecha. Javier dejó ver su asombro cuando supo que trabajaba para  la Corporación Petrolera. Se quedó atónito al enterarse que Eva había regresado  la víspera de un viaje de trabajo   ¡ a bordo del tanquero Libertad.

-¿Tú en un tanquero? ¡Imposible!

-¿Por qué? ¿Vamos a ver?- preguntó Eva molesta, mientras picaba un trozo de pastel. -Soy psicóloga y trabajo en Recursos Humanos;  la empresa requería que entrevistase a los tripulantes. Es importante mantenerlos informados en sus respectivas profesiones y conocer el tipo de adiestramiento que necesiten. Por este motivo me  extendieron el permiso de navegación.”

-¿Y tú no sentiste temor de viajar con tantos hombres? ¿Una mujer sola?”- preguntó Javier bromeando.  

No creo que ningún batallón pueda conmigo. No, en serio, Javier, ésta ha sido una de las experiencias más interesantes que he vivido.  Pero, fíjate que a pesar de seguir las normas de seguridad, tuve algunos problemitas…
-No es de extrañar”- interrumpió Javier.
-Vale, déjame continuar”
-Está bien, dale, pues.  
-Bueno, me  quemé un pie con una caldera y hubo que vendármelo.  Por la noche, cuando cenaba con el Capitán González y dos oficiales, me intoxiqué con los gases del petróleo. Sentí un horrible mareo y necesité asistencia médica…
-Bueno, es de esperar que así fuera, después de brindar en tan grata compañía. - Interrumpió Javier, mientras ordenaba otros dos cafés. - Imagino que al día siguiente descansaste cómodamente en el camarote.
-¡Déjate de ironías, por Dios!  ¡Pues fíjate que no! Realicé mi trabajo, incluso cuando falló el aire acondicionado. Por eso en la tarde, muy agotada, salí a descansar un rato a la cubierta. Pero ¡Ay! No quiero ni acordarme, pues me erizo.
-¿Es que hay más, heroína?
-¡Déjate de burlas, pues no te miento!  Imagínate que al asomarme a la a la baranda tropecé con un cable, perdí el equilibrio y caí al mar…
-¿Al mar?- gritó Javier- No lo puedo creer. ¡Ahora sí que se puso buena la historia! ¿Y qué hiciste si tú no sabes nadar?
-Pues no es así. Las clases que tomé contigo en el club me fueron muy útiles. Logré salir a flote, entonces el Capitán González se lanzó a rescatarme… 
-¡Vamos, no exageres, querida...
-No lo hago, te lo juro- dijo ella cruzando los dedos sobre su boca.
-Está bien, cielito, te creo, no tienes que jurármelo.
-Sólo quería agregar una cosa...
-Sobre el viaje heróico?
-No, no precisamente
-Continúa, por favor
-Quedé finalista en el concurso  literario en Colombia...
-¡Vaya, vaya! Mi mujercita se pone a valer
-No te burles, por favor, porque es verdad
-Si te creo, nena, te lo creo. Te felicito por tantos logros
Eva, muy molesta miró el reloj. Era tarde y debía irse.
-¿Te acompaño?
- Gracias, Javier, pero no es necesario, traje mi carro. 
Javier ahora contemplaba a su interlocutora sin decir palabra.  El pidió la cuenta y se despidieron con el beso y el abrazo de siempre.
En el momento en el que Javier prendía el motor de su auto, pensó:
-¡Qué linda está mi mujer! Luce mejor  que nunca. ¿Cómo es que no lo noté antes? La voy a llamar… sí la voy a llamar. ¡Tengo que reconquistarla!
 Por su parte, Eva, mientras manejaba hacia su casa se decía:

-¡Dios mío!  ¡Qué necio y fastidioso  es Javier! ¿Qué fue lo que me atrajo de  él? ¿Cómo pude llamarlo?  ¿Cómo pude? ¡Sigue igual de machista como siempre, no se compone, siempre cuestionando mis actos! ¡Uf!  ¡Se ha vuelto más fastidioso, mi ex maridito!...        
                                                                      


Imágenes: WEB

Caracas, 22.10.2005
                                              


2 comentarios:

  1. Como cambian las cosas al ver los hechos a la distancia..! A cuantos Eva y Javier nos pasó lo mismo en un momento dado...
    Te quedó "redondito", maja.
    Ciao y gracias

    ResponderEliminar
  2. Gracias, América. Lo escribí durante el taller de literatura dictado por Israel Centeno. Tomando un poquito de aquí y de allá salió el cuentecito. Hay veces que posiblemente pase lo contrario, pero ¿Será menos común?

    Mil gracias a tí por leerlo y comentarlo.

    Myriam

    ResponderEliminar