sábado, 17 de noviembre de 2012

EL MISTERIOSO AROMA DE UN CAFE FLORENTINO



                 “Sí, la sensación se produjo cuando inhalé el aroma del café…”
             
     He iniciado, al fin,  después de veinte años de haberlo hecho por primera vez, mi anhelado viaje de vacaciones a Italia. Quería descansar y olvidar las tristezas recientes de mi divorcio. Acabo de pedir un Capuccino. Me encuentro en Florencia en este momento en el Caffè Rivoire, el mismo en el que conocí a Pietro: ¿Casualidad? No, siempre quise volver a esta hermosa ciudad que me trae tantos recuerdos. Sí, creo que la mesa a la que me siento ahora en este bello sitio ubicado frente a la Piazza Della Signoría, era la misma de entonces. Yo estaba sola y él se acercó para preguntarme si la silla frente a la mía estaba ocupada. Le contesté que no, creyendo que se la llevaría a otra mesa, aunque me parecía extraño pues había suficientes puestos vacíos. El me pidió permiso para sentarse junto a mí, pues según alegó era muy triste tomarse una café solo; y como imaginó que yo necesitaba compañía se presentó.
     -Me llamo Pietro Allegri ¿Y tú? -Entonces le tendí la mano para decirle que el mío era Estefanía Pagal.
    Observé que tomaba asiento cómodamente delante de mí  e iniciaba una conversación trivial sobre el estado del tiempo. Más tarde, afortunadamente,  la conversación se tornó amena.   Salimos varias veces, pues en ese entonces yo tomaba un curso de italiano, como parte de un intercambio estudiantil. Luego, nos hicimos novios.
      Ambos éramos muy jóvenes y veíamos el futuro sembrado  de árboles, plantas, flores ¡Una primavera! No como realmente ocurrió después, cuando cada uno siguió su camino, rodeados de un invierno duro, sin flores. Y no hubo siquiera una discusión, sino un largo distanciamiento. En ese entonces, según decían nuestros amigos éramos una “bella coppia”, y de verdad, nos sentíamos muy enamorados.
Interrumpo mis pensamientos, pues se acerca el mesonero con el café y lo coloca casi artísticamente sobre la mesa. Espero un rato a que se enfríe, y al hacerlo, continuo viendo a través del humo el tiempo pasado, tal como haría un vidente en una taza de café griego o turco; sólo que yo veo el pasado y los adivinos, el futuro.    
     Mientras recuerdo mi hermoso romance y, claro está, la dolorosa ruptura que sembró de incógnitas nuestros respectivos futuros, conjuntamente con el fuerte olor del café experimento  de pronto una extrañísima sensación, más bien una corazonada. No se describirlo. Me pareció sentir una inexplicable y fuerte emoción que me anunciaba algo bonito, un hecho fortuito o algo parecido ¡que me ocurriría a mí!  Sí, la sensación se produjo cuando inhalé el delicioso aroma del café. En un principio empecé a recordar lo malo, lo que siempre trae la tristeza, pero luego, como si un grueso telón la cubriese, pero ahora sólo tengo pensamientos positivos hacia Pietro. Una fuerte emoción se produce en mí y trato de calmarme mientras tomo el café, sorbo a sorbo, degustándolo con fruición. Y hay más: presiento, no se por qué, momentos felices y aún más alegres que los de entonces. Inexplicablemente me siento contenta, casi feliz de pensar en Pietro. El se ha asentado en mí, en mi alma y mi pensamiento, acompañando esta maravillosa sensación.

     Debo continuar mi paseo, me digo sacudiendo la cabeza, pero no quiero levantarme de la silla todavía; un raro letargo me ata a ella. No deseo sino sumergirme en mi extraña ensoñación. Al fin, hago un esfuerzo, me levanto y me dirijo al Palazzo Vecchio. De de pronto, me siento llena de una energía renovada justo  antes de entrar al museo. Bajo el efecto del sorprendente influjo, sentí la entrada de un mensaje de Skype en mi celular. Lo abrí y el remitente hizo acelerar mi ritmo cardíaco al leer el siguiente mensaje en italiano:
“Buenos días, si  eres Estefanía Pagal, y estuviste en Florencia hace veinte años, por favor, responde este mensaje.  Quiero saber de tí. Soy Pietro Allegri, de Florencia.”




Imagen: Web y montaje foto de MPG pff.me
Caracas, 21 de junio de 2012